El poder sanador de este decreto es muy alto y sus efectos son profundamente beneficiosos. Si se formula al final del día, limpiará toda la negatividad que hayamos podido percibir durante toda la jornada.

Existe una gran cantidad de testimonios que concuerdan con que se pueden sanar muchas situaciones de angustia y dolor en nuestras vidas aplicándolo con voluntad y persistencia. No es una cuestión de "creerlo", es una cuestión de aplicarlo. Es decir, que no necesitas "creer" que en ti existe el poder de la palabra, sino sencillamente que lo pongas en práctica y aguardes que el tiempo te mostrará sus efectos. Da lo mismo lo que creas al respecto de si te consideras en la gracia o no de poseer este poder de palabra, pues funciona para todo el mundo por igual. De lo que se trata es de declamarlo y, así mismo en gesto simultáneo, de tener la voluntad de decretarlo. Una vez hecho y con la persistencia de volver a repetirlo en el tiempo hasta en 36 jornadas seguidas, uno mismo va descubriendo que dicha persistencia nos permite sentir cómo se expanden sus efectos. No se puede predecir, no se pueden anticipar, no se puede premonitorizar, ni se puede adivinar. Es algo que sólo puede experimentarse, de ahí que el asunto sea vivirlo... o simplemente, nada sucederá en ti. Y para sentir sus efectos, [repito] el único camino es una praxis reiterada que se ponga en ejecución durante 36 jornadas ininterrumpidas. De esta forma no sólo creamos hábito, además lo estaremos integrando (no voy a explicar lo que significa integrarlo y lo que conlleva, porque es evidente). ¿Basta pues con hacerlo una sola vez? No. Ni dos, ni diez, ni quince son suficientes. Son 36.

Quizá las siguientes preguntas podrían facilitarnos el comprender mejor por qué no puede interrumpirse desde un punto de vista más metido en la propia práctica. ¿Seríamos capaces de aprender a pilotar un avión en una sola sesión de vuelo? ¿O podríamos aprender a conducir un coche en una sola sesión? Si nunca antes hemos manejado la arcilla para modelar un objeto de barro como lo hace un alfarero, ¿cuántos intentos necesitaremos para lograr que el pegote de arcilla colocado en el centro del torno alfarero, se termine elevando y tenga por fin la forma de una sencilla vasija? ¿Cuántos intentos necesitará el niño pequeño que juega con las figuritas geométricas para comprender que (y no para acertar, sino para comprender cómo) encaja el cubo por el agujero con forma cuadrada o el cilindro por el hueco con forma circular?

Como se indica en el vídeo, la pauta es practicarlo durante 36 días consecutivos sin interrupcción. En caso de fallo, automáticamente se reinicia la cuenta y se empieza de nuevo desde 0. Lo que cuenta no es pronunciarlo 36 veces en un día, sino reiterarlo durante 36 días seguidos, independientemente de cuántas veces se pronuncie al día y lo que resulta más efectivo es decretar el Perdón por al menos 3 veces en el día a día.

Durante el proceso de repetición, es conveniente declamar este decreto en sincera conciencia y con nítida intención de ser perdonado. Actuar honestamente y de corazón, nada más y repetirlo durante los 36 días consecutivos que siguen a la iniciación, sin romper la secuencia. Esto no quiere decir que tengamos que "sentir ganas de"... sino tener clara intención de... ahí sí tanto para recibirlo, como para otorgarlo.

Para poder sanar de manera notable todos los bloqueos que nos impidan avanzar en nuestra lectura de Registros Akáshicos y percibir los beneficios de abrir las puertas del Amor en nuestra vida, es muy recomendable combinar el Decreto del Perdón con una meditación usando nuestra triple llama o Llama Trina.

Cuando expandimos la llama Trina desde nuestro corazón, estamos elevando nuestra vibración y nuestra conciencia, multiplicando los efectos del decreto a través de la Confianza-Poder (almacenado en la llama de color azul), el Conocimiento-Sabiduría (almacenado en la llama de color Dorado o Amarillo) y de la Compasión-Amor Incondicional (almacenado en la llama de color Rosa). La base de color Blanco es la luz Crística o de la ascensión, que expandiremos a través de una explosión de millones de brillantes centellas que colmarán de Luz Divina nuestro corazón e iluminarán nuestro cuerpo llenándonos de chispas de Amor, Compasión, Armonía y Bendición.

Es un sencillo ejercicio que puede transformar nuestra realidad diaria derramando sobre nosotros los maravillosos beneficios que se despliegan de sus grandes bondades. Quienes lo practicamos, damos fe de ello, no sólo por lo sencillo que resulta, sino porque en verdad que los resultados son incluso más grandes de lo que a veces uno honestamente cree. La clave es esa insistente persistencia con la que llega la claridad y el discernimiento.